No fue un buen final de año para el mercado de la vivienda en España y el último indicador que lo corrobora son las hipotecas, cuya demanda sufrió entre octubre y diciembre de 2019 su mayor caída desde 2013. La evolución de los precios, el empeoramiento de las perspectivas del sector inmobiliario, la menor confianza de los consumidores y los cambios regulatorios o fiscales promovidos en los últimos meses están detrás del frenazo.
Eso al menos refleja una de las conclusiones de la Encuesta de Préstamos Bancarios publicada este martes por el Banco de España a raíz de las preguntas realizadas a 10 entidades españolas representativas del sector. A la luz de sus datos, el mercado hipotecario español fue uno de los más afectados en el último trimestre del año por los recientes cambios legislativos introducidos por el Gobierno en el mercado residencial (con la Ley Hipotecaria como novedad más significativa) y por las condiciones de la economía general, cuyo ritmo de crecimiento se ha ralentizado también a nivel nacional.
Esa desaceleración ha afectado a la confianza de los clientes-que ante la posibilidad de empeoramiento se retraen a la hora de contraer nuevas deudas- y a la de las entidades, que endurecieron los criterios de aprobación y las condiciones aplicadas en estos préstamos. El Banco de España explica que detrás de ese endurecimiento hay "una mayor percepción de riesgos y una menor tolerancia a estos por parte de las entidades, si bien la presión competitiva ejerció alguna influencia en sentido contrario".
Así, la radiografía general del sector en este sentido vendría marcada por tres rasgos: hay menos demanda de hipotecas, son más difíciles de conseguir y las entidades ofrecen peores condiciones en su contratación.